III
Cada poeta es vigía de un territorio concreto del
verbo,
de una sola palabra
que se ramifica en otras, colindantes.
Cada poeta es vigía
de una frecuencia específica de ecos,
de mundos que
devienen,
del sueño que sueña
las consumaciones y los comienzos.
Cada poeta es vigía
del lenguaje,
de lo que acontece,
del navío quieto y
proceloso que es la memoria,
vigía de su propio
poema,
creador y vigilante
de una metáfora única:
la que anima e
irriga todos sus poemas.
Cada poeta define un
mundo
sin instalar códigos
sino viendo como
juegan los símbolos
en hemisferios
dispares.
Cada poeta es vigía
de la misma rosa
que se repite
distinta.
Fragmento III de la primera parte, “Explicatio”, de "Profano Demiurgo"
TORMENTA
Llover sobre el mar
es una extraña tautología.
Como una correspondencia
cuyos significados arcanos interrogáramos,
como la súbita escenografía
de un milagro bíblico,
llover sobre el mar
es una repetición enigmática,
una metamorfosis
anterior a las distribuciones del verbo,
un origen previo a todo origen.
Contemplamos la tormenta
desde nuestra tibia atalaya.
Mi rostro fosforece junto al tuyo
mientras observamos, fascinados y confusos,
este espectáculo mitológico
del agua devolviendo el agua.
De la tercera parte, “Itinerarios”, de "Profano Demiurgo"
EL ORDEN LIBRE
Busco el
libro que contenga las leyes secretas de la analogía,
el
códice que guarde los mágicos pentagramas
de las
asimetría y las convergencias;
el
manuscrito en el que palpite el pulmón de la lluvia,
la
espiral de los meteoros,
los
estratos del tiempo;
el
volumen que diga el porqué de las eras,
la razón
de la pasiones,
que
explique la duración de lo eterno,
el
destino de los sueños.
Venturas
de la teoría este sueño lúcido
de creer
en lo que la palabra guarda y promete.
De “Margen Harmónico” Fundación Cultural Miguel Hernández
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